Una humilde basiliense, madre de dos gemelas y viuda desde hacía quince años de un marinero, sacó de un viejo cajón de su habitación conyugal un “moneygami”. Lo guardó en su bolsillo, felicitó a sus hijas por su cumpleaños y salió de casa con la promesa de volver pronto. Minutos más tarde regresó, con una pacífica sonrisa en el rostro y dos barcos de quinientos francos para ellas. Ni más, ni menos.
Repele leyes perennes. Vence gente que expele sed, que crece entre peste de heces. Mete en redes de peces reses que ceden en el test… ¡Él, exgerente del ente E.T., cree que es decente! ¡Je! Excelente mente, estrechez de frente. Teme que el tren de “eje endeble” se estrelle. Tres veces bebe té, tres veces lee el té; se ve demente, cree que de repente pereceré. Efervescente revés de fe. “¡Ese gen es menester entre reyes!” ¡Qué estrés! Este mes, entre trece lentes, emergeré de él, seré el bebé de tez verde que vender en el este.
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