Siempre idealicé al amor, pero a mi edad no creí tener ya oportunidad de encontrarlo. Hasta que conocí a Cece, era perfecta; su piel, sus ademanes, su risa... Tan pronto como pude la hice primera dama y organicé lo necesario en la residencia presidencial para su comodidad. Sin embargo, todo empeoró con el tiempo. De a poco terminó por apoderarse descaradamente del gobierno y alejarse de mí. Hoy, mientras fallecía en sus brazos, la vi como nunca antes. Supe que su tecnología no era del todo perfecta, que su mirada era ficticia y, aún así, un mar de ambición humana.
Examinó la escena del crimen e identificó muchas huellas negras en el nivel más alto. El anciano había sido maltratado hasta la muerte por varios de sus huéspedes. En el lugar yacían también sin vida los residentes menos inteligentes, según los registros; y los presuntos responsables, sin coartada, sin móvil y víctimas de sus propios actos. Además, la temperatura de todos los cuerpos sugería que los hechos habían sido bastante recientes. Finalmente anotó: ”Suicidio masivo e inconsciente tras lanzar desmedidos ataques con gases tóxicos”. De inmediato emprendió el regreso a su planeta.